Por otro lado, el sueldo mínimo que perciben la mayoría de servidores públicos, jamás puede ser una excusa válida para romper los principios de la moral y la ética. Aunque es necesario que se apoye económicamente a los trabajadores para que tengan puesta la mente en el trabajo que realizan y especialmente en hacerlo con eficiencia.
La moral y la ética que tiene un servidor público, es parte de su formación familiar, la educación recibida y el desarrollo social que ha experimentado; por tanto, si gana la moral y la ética, también ganan las familias, el estado y la sociedad.
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