El EVA puede definirse como el importe que queda una vez se han deducido de los ingresos la totalidad de los gastos, incluidos el coste de oportunidad del capital y los impuestos.
El EVA pretende superar buena parte de las limitaciones que presentan los indicadores tradicionales. Por tal razón el EVA para cubrir los huecos que dejan los demás indicadores logra:
• Hacer factible su cálculo para cualquier tipo de empresa.
• Puede aplicarse tanto a una empresa en su totalidad, como a cualquiera de sus partes.
• Considera todos los costes que se producen en la empresa, entre ellos el coste de la financiación aportada por los accionistas.
• Toma en consideración el riesgo con el que opera la empresa.
• Desanima prácticas que perjudiquen a la empresa tanto a corto como a largo plazo.
• Es fiable cuando de comparar los datos con otras empresas se trata.
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