Se entiende por tal, aquel nivel de evidencia que el auditor debe obtener a
través de sus pruebas de auditoría para llegar a conclusiones razonables sobre
las cuentas o rubros que se someten a su examen. Bajo este contexto el auditor
no pretende obtener toda la evidencia existente sino aquella que cumpla, a su
juicio profesional, con los objetivos de su examen.
El nivel de evidencia a obtener por el auditor, referido a los hechos
económicos y otras circunstancias, debe estar relacionado con la razonabilidad
de los mismos y proporcionar información sobre la circunstancia en que se
produjeron, con el fin de formarse el juicio profesional que le permita emitir
una opinión.
Para decidir el nivel necesario de evidencia, el auditor debe, en cada
caso, considerar la importancia relativa de las partidas que componen los
diversos rubros de las cuentas examinadas y el riesgo probable de error en el
que incurre al decidir no revisar determinados hechos económicos.
El auditor deberá tener en cuenta y evaluar correctamente el costo que
supone la obtención de un mayor nivel de evidencia que el que está obteniendo o
espera obtener y la utilidad final probable de los resultados que obtendría.
Independientemente de las circunstancias específicas de cada trabajo, el
auditor debe obtener el nivel de evidencia necesario que le permita formar su
juicio profesional sobre las cuentas examinadas.
La falta del suficiente nivel de evidencia sobre un hecho de relevante
importancia en el contexto de los datos que se examinan, obliga al auditor a
abstenerse de emitir una opinión, o bien a expresar las salvedades que
correspondan.
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