En toda empresa, y en aquellas dedicadas a los servicios con mucha mayor razón, resulta imprescindible otorgar poder y capacidad a los empleados para satisfacer a los clientes, resolver problemas y tomar decisiones de manera rápida y eficaz. El empowerment por un lado implica mejorar los niveles de motivación del personal, y con ello sus niveles de productividad, pero también implica la menor necesidad de niveles de supervisión (amplia el tramo de control), y lograr resolver más rápida y eficientemente los problemas y requerimientos de los clientes.
En una organización sin empowerment, los empleados tienen como objetivo trabajar para satisfacer a sus jefes, en una organización con empowerment son los jefes los que deben facilitar y dar todo de sí para que sus empleados puedan satisfacer plenamente los requerimientos de los clientes. Ello implica un total cambio en la concepción y paradigma de la gestión empresaria.
La política y filosofía de empowerment está relacionada directamente con el objetivo de la empresa al considerar a su personal como un activo, razón por la que al otorgarle empowerment se hace una mejor utilización de sus conocimientos, experiencias y creatividad. En contra de ello tenemos aquellas empresas para los cuales sus empleados sólo representan un gasto. Sólo basta tener en cuenta que las empresas exitosas del siglo 21 serán las que mejor gestionen su Capital Intelectual.
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