Sí se analiza a una entidad bancaria en función a la aplicación que haga de cada uno de los aspectos necesarios para formar parte de las organizaciones prestadoras de “servicios de clase mundial” tendremos que tanta capacidad de generar valor agregado para sus clientes, empleados y propietarios tiene la misma, tanto en el presente como en el futuro.
Entidades con altos niveles de desperdicios, malos servicios y bajos puntajes de satisfacción entre sus clientes y usuarios, altos costes fijos, falta de mejora continua, escasos e ineficaces elementos de análisis para su control y dirección, bajos niveles de lealtad de su personal y clientes, no son más que la punta del iceberg de las ineficiencias y peligros a los cuales se hayan expuestas.
En los últimos años se aprecia una fuerte concentración de atención y recursos en los aspectos vinculados al marketing de las entidades financieras, prestando menos atención a la optimización en el uso de los recursos, como a los sistemas de información destinada a mejorar la gestión de los mismos. Han dejado de lado que una mejor administración operativa implica tanto mejores niveles de calidad, servicios más rápidos y menores costes, todo lo cual mejora el valor recibido por los clientes, al tiempo que mejora tanto la rentabilidad como la solvencia de la organización.
Es muy común encontrar los tremendos contrastes entre las publicidades bancarias y los servicios que estos realmente prestan a los usuarios. Cuanto mayor son las promesas y expectativas creadas, mayores serán los márgenes de insatisfacción provocados por la inconsistencia en los servicios brindados
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