Las empresas del siglo 21 se ven en la necesidad imperiosa de modificar sus comportamientos y estructuras para dar cuenta de las nuevas realidades y de las que están por venir. Las estructuras organizacionales, y lo que es más complejo aún, las estructuras mentales vigentes en muchas empresas, responden a un mundo y un entorno tecnológico – económico – político – social - demográfico y cultural no existente ya.
Signados por determinados paradigmas, sus pensamientos como actitudes responden a una realidad que ya no existe, perdiendo de tal modo la capacidad tanto de adaptarse a las nuevas realidades, como de sacar provecho de ellas. En el actual marco los dirigentes deben continuamente poner a prueba sus paradigmas, recreándolos para ponerlos en sintonía con las nuevas y cambiantes realidades.
Entre los aspectos en permanente evolución, que están modificando las bases y estructuras mismas de los mercados y organizaciones, tenemos:
• El acelerado avance en materia de teleinformática, lo cual incremento mayúsculamente no sólo las comunicaciones, sino también la cantidad de información de la cual dispone la sociedad en su conjunto.
• Los mayores niveles de enseñanza y conocimientos que poseen tanto consumidores como empleados, con sus efectos en materia de exigencias, como de participación.
• El incremento paulatino del promedio de vida de las personas.
• La aceleración de los problemas ecológicos y el medio ambiente.
• La caída de las barreras aduaneras, conjuntamente con un incremento de la globalización de los mercados.
• La construcción de grandes áreas económicas como la Unión Europea, el NAFTA y el Mercosur entre otros.
• Dentro de este nuevo marco globalizador, con importancia crucial de los sistemas de infocomunicación y las finanzas internacionales se aprecia la aparición de frecuentes volatilidades financieras signadas por corridas bancarias, fuga de capitales, caídas bursátiles y fuertes depreciaciones monetarias con efectos a nivel mundial.
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