Propone
la idea de que planificar y programar es indispensable para controlar las
acciones de los demás. Pero pasa por alto el hecho de que la mayor parte del
tiempo nos relacionamos con otras personas a quienes no podemos controlar. A
poco de andar caeremos en la cuenta de que lo único que teníamos era la
"ilusión de tener el control" y que lo único que logramos fue generar
desconfianza. Porque la confianza mutua es el principal capital que puede tener
una relación personal o de trabajo y se basa en la interdependencia no en el
control unilateral. Ya que mutuamente nos necesitamos para obtener resultados y
la voluntad de control es probable que acabe desintegrando la confianza mutua
primero y la relación después.
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