Hoy
existe un generalizado acuerdo acerca de que las organizaciones son organismos
vivos e inteligentes, en el sentido de que tienen la posibilidad de evolucionar
hacia maneras superiores de hacer y de ser. Estos atributos
organizacionales son un derivado directo de la capacidad de las personas que
las integran. Y lo que nos distingue a las personas de cualquier otro organismo
viviente es nuestra capacidad de formular y cumplir promesas, a nosotros mismos
y a los demás. Esta capacidad es la que nos permite coordinar acciones con
otros y mejorar nuestros hábitos en el manejo del tiempo.
"El
filósofo alemán Friederich Nietzsche sostuvo: "Los hombres son
animales que hacen promesas"
Pero
si de nuestra capacidad de cambiar de hábitos deriva la mejora de la
administración del tiempo, es preciso que reconozcamos ciertas características
contradictorias que asume el proceso de cambio en las personas.
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