Además
de los ingresos ocasionados por la venta del producto o servicio y de la
posible venta de los activos que se reemplazarán, existe una serie de otros
beneficios que deberán incluirse en el flujo de caja para determinar su
rentabilidad de la forma más precisa posible.
En
muchos proyectos pueden identificarse ingresos por la venta de subproductos o
desechos.
También
existen proyectos en los cuales se pueden identificar ingresos directos
asociados a la inversión donde el beneficio está dado por el ahorro de costos
que pueda observarse entre la situación base y la situación con proyecto.
Un
ahorro de costos más particular es el que pude obtenerse de los cálculos
tributarios. Estos beneficios constituyen los recursos disponibles para
enfrentar los compromisos financieros del proyecto.
Existen
otros dos beneficios que deben ser considerados para medir la rentabilidad de la
inversión, pero no constituyen recursos disponibles: la recuperación del
capital de trabajo y el valor de desecho del proyecto.
El
capital de trabajo está constituido por un conjunto de recursos que, al ser
absolutamente imprescindibles para el funcionamiento del proyecto son parte del
patrimonio del inversionista y por ello tienen el carácter de recuperables. Si
bien no quedarán a disposición del inversionista al término del período de
evaluación son parte de lo que el inversionista tendrá por haber hecho la
inversión en el proyecto.
Lo
mismo ocurre con el valor de desecho del proyecto. Al evaluar la inversión,
normalmente la proyección se hace para un periodo de tiempo inferior
(generalmente 10 años) a la vida real del proyecto. Por ello, al término del
período de evaluación deberá estimarse el valor que podría tener el activo en
ese momento, ya sea suponiendo su venta, considerando su valor contable o
estimando la cuantía de los beneficios futuros que podía generar desde el
término del período de evaluación hacia adelante.
A
pesar que no constituyen ingresos, tanto el valor de desecho del proyecto como
la recuperación del capital de trabajo constituyen dos beneficios que hay que
incluir en el análisis por constituir parte del patrimonio que tendría el inversionista
si se hace la inversión.
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