Estas
premisas también se adecuan a las organizaciones, más allá del tipo de
organización que se trate: empresas, instituciones sin fines de lucro u
organismos estatales. Porque la noción de organización presupone un
doble significado: Primero, el que identifica a un grupo de personas que
voluntariamente se agrupan para desarrollar tareas a través de las cuales
esperan transformar la realidad. Segundo, la propia distribución y coordinación
de esas tareas y actividades.
Considerando
este doble significado, toda organización debe tomar decisiones sobre 2 tipos
de aspectos a los debe integrar en un permanente estado de equilibrio. Uno de
esos aspectos es la atención de lo Urgente. Lo Urgente está dado por las
tareas y actividades que exigen de nosotros una atención inmediata. Podemos
definir a la atención de lo Urgente como toda tarea o actividad en la que
ejercitamos nuestra capacidad de respuesta actual a los desafíos que se
nos presentan. Esta capacidad se expresa a través de la producción de
resultados cotidianos de una organización.
El
otro aspecto a integrar es la atención de lo Importante. Definimos así
a las actividades que se ocupan de atender lo que da le da sentido a la
existencia a largo plazo a una organización: Lo que constituye la razón de ser
o Misión. Al igual de lo que pasaría en nuestro plano personal, la
definición de lo que resulta Importante para una organización, es lo que nos
permite trascender nuestra realidad actual proyectándonos hacia el futuro. La
atención de lo Importante es toda actividad que se ocupa de desarrollar
nuestra capacidad de respuesta futura a los desafíos del entorno. Si
asimilamos el manejo del tiempo a una balanza podríamos decir que el equilibrio
del sistema dependerá del balance que se logre entre la energía asignada a
atender lo Urgente y lo Importante.
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