Todas
las personas -al igual que las organizaciones-, acabamos en mayor medida, transformándonos
en el objeto de nuestra atención, recorriendo un trayecto de profecía auto
cumplidor: Si dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a pilotear tormentas y
manejar crisis, es probable que sólo por azar podamos navegar en aguas calmas.
Y esto es lo que habitualmente sucede cuando no conseguimos superar la
tendencia a atender sólo lo urgente y enfocarnos sobretodo, en planificar y
atender lo importante.
Para
superar esta riesgosa tendencia, es necesario revisar primero algunos esquemas
de interpretación de la realidad. Particularmente, aquel que entiende que
ocuparse de planificar el futuro es un privilegio reservado a personas
"exitosas" que atraviesan una circunstancia tal, que les permite
disponer de tiempo y recursos suficientes para hacerlo.
Pero
en verdad, este razonamiento invierte peligrosamente los términos. Porque el
éxito de una persona u organización no deriva de su circunstancia actual, sino
que más bien su circunstancia actual, es el resultado de su comportamiento
anterior. Y si observamos a quienes atraviesan hoy circunstancias exitosas,
veremos que dedicaron ayer un espacio central para ocuparse de lo importante,
además de atender lo urgente.
Por
lo tanto la prioridad de quien aspire a alcanzar efectividad, es
responsabilizarse por construir desde hoy, los pilares de su futuro.
Paradoja:
" Lo que resulta verdaderamente urgente, es ocuparse de lo
importante."
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