Consiste en exponer a niveles altos de radiación para
matar los insectos y las bacterias nocivas; luego se empacan en recipientes
sellados en los que se pueden almacenar por meses sin que se descompongan.
Las fuentes de radiación utilizada para preservar la
mayoría de los alimentos son: el cobalto (60) y el cesio (137) que son emisores
y también se pueden utilizar los rayos X y los rayos de electrones.
A través de la radiación se pueden destruir los
nutrientes tales como vitaminas y aminoácidos.
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