De vuelta de nuestro viaje por el análisis
macroeconómico, que nos ha servido para estudiar las variables que hacen que un
mercado resulte o no atractivo, comenzaremos en este capítulo a examinar las
herramientas que nos permitirán ir más lejos y determinar qué acción dentro de
un mercado atractivo ofrece verdadero valor.
Nunca hemos de confundir "valor" y "precio".
El precio de una acción es el punto de equilibrio entre demanda y oferta, donde
los compradores pagan lo suficiente y los vendedores ofrecen lo suficientemente
bajo como para que la transacción sea posible. Cuando valoramos una acción,
tratamos de encontrar el punto en el que, dadas las perspectivas de beneficio y
la estructura actual de la empresa, la rentabilidad adicional que obtendríamos
si comprásemos la acción a ese precio sólo resultaría superior a la que nos
ofrecería un instrumento sin riesgo (una letra del Tesoro, por ejemplo) debido
a que es un instrumento con más riesgo, no por ningún valor económico superior.
Así, sólo si el valor hallado está por encima del precio actual, la acción
resultará atractiva y recomendaremos su compra.
Sería imperdonable no lanzar una advertencia en este
punto. Un viejo aforismo de mercado dice: "los mercados pueden estar
equivocados, pero pueden permanecer anclados en su error durante mucho más
tiempo del que tú puedes permanecer solvente". Eso quiere decir que para
tener éxito en los mercados hay que dominar algo más que la supuesta valoración
objetiva de una acción. Factores como la presión irracional de la demanda (las
acciones de empresas ligadas a internet han sido un ejemplo en un momento dado)
o el pánico colectivo (véanse las ridículas valoraciones alcanzadas por
empresas españolas con intereses en Latinoamérica durante el fragor de la
crisis rusa de 1998) pueden desligar completamente el precio del valor de una
acción y acabar con las carreras de los operadores más analíticos. Incluso en
momentos de calma, el alto grado de incertidumbre hace que unas mínimas
variaciones en las hipótesis de trabajo arrojen valores objetivos radicalmente
distintos.
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