Como ya apuntamos en la lección anterior, el método de
cash flows fija el valor de la empresa en el valor actual de los flujos de
fondos futuros. Naturalmente, no todos los flujos futuros van a revertir en el
accionista. Por tanto, lo primero que haremos es determinar qué flujos vamos a
descontar.
Los flujos que nos interesan son aquellos flujos
producidos por la empresa que quedan después de que se realicen las inversiones
necesarias, se han pagado los intereses de la deuda y se ha amortizado deuda
existente o solicitada nueva deuda.
La inversiones pueden realizarse en activo fijo o activo
circulante neto. Este último es el activo circulante (caja, clientes,
inventarios) menos el pasivo circulante sin coste (proveedores, hacienda). El
funcionamiento de una empresa requiere, pues, invertir en activo fijo y en
circulante y financiar esa inversión con deuda a corto o largo plazo y con
recursos propios. Lo normal es que el crecimiento de la empresa venga
acompañada de un aumento del activo circulante neto, ya que habrá más clientes
e inventario. Este aumento requerirá recursos que no podrán destinarse a los
accionistas.
Para calcular los flujos finalmente disponibles para el
accionista, vamos a partir del flujo de fondo (cash flow) total. El cash flow
es el resultado de eliminar del beneficio contable los elementos que suponen
gasto o ingreso pero que no conllevan un movimiento de caja. En términos
simples, vamos a considerar el cash flow como el beneficio neto menos las
amortizaciones. Sin embargo, hay más movimientos de caja. Si hay inversiones o
desinversiones habrá una salida o entrada de caja, respectivamente. Asimismo,
si se contrata o amortiza deuda, habrá una entrada o una salida de caja,
respectivamente.
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