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jueves, 4 de octubre de 2012

Qué se entiende por análisis fundamental

Hay dos tipos de aproximación al análisis fundamental.
La primera de ellas pone énfasis en los elementos macroeconómicos que afectan a la acción, por lo que aborda el problema de la valoración desde lo general a lo particular; de ahí su nombre: "top-down" (de arriba a abajo). Es fácil deducir que la segunda, sin embargo, adopta el punto de vista opuesto, fijándose en aquellos aspectos inherentes a la propia empresa que pueden influenciar la valoración. En efecto, es el análisis "bottom-up" (de abajo a arriba).
·         Los apóstoles del "top-down" defienden que, a fin de cuentas, el mercado bursátil no es sino un reflejo del pulso económico global y que es evidente que si la economía crece, crecerá el beneficio de las empresas, lo cual tendrá reflejo inmediato en las cotizaciones. También postulan que un análisis pormenorizado de cada empresa resulta caro (basta un analista macroeconómico frente a la usual estructura de un analista por sector) y básicamente estéril, pues muy buenas tienen que ser las características particulares de una empresa como para substraerse a la dirección general del mercado.
·         Por su lado, los partidarios del "bottom-up" consideran que el coste suplementario del análisis microeconómico está perfectamente justificado, ya que es en la identificación de los elementos de fortaleza y debilidad de cada acción donde está el valor añadido.
¿Qué aproximación está más justificada? Ambas lo están. Veamos por qué.
Una acción puede tratarse como otro instrumento financiero cualquiera. Eso quiere decir que no pagaríamos por él más de el valor actualizado de los rendimientos futuros (si hay algún lector al que le resulta difícil la comprensión del sentido de esta frase, le recomendamos que siga el Curso Básico de Matemáticas Financieras). Así pues, deberemos calibrar correctamente las variables que afecten a los resultados futuros de la empresa, por un lado, y las que determinen el tipo de interés al que descontamos al presente esos beneficios futuros, por otra. Las primeras tienen que ver sobre todo con la fortaleza estructural y estratégica de la empresa, las especificidades del sector en el que se mueve y las perspectivas de crecimiento de la economía global; las segundas con las expectativas de inflación y la prima de riesgo correspondiente a la empresa.
Vemos que, como de costumbre, la virtud está en el medio, y que es temerario prescindir de elementos de juicio que aportan valor analítico. Trataremos, pues, de cubrir las nociones básicas de ambas aproximaciones, y quedará al arbitrio del lector el inclinarse hacia una u otra. 

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