El sector de comunicaciones es un cajón de sastre donde
se incluyen empresas de características radicalmente distintas.
La gran empresa del sector es Telefónica. Hace ya tiempo
que las acciones de Telefónica dejaron de ser las humildes "matildes"
para inversores conservadores deseosos de recibir un decente dividendo
incurriendo en el escaso riesgo que suponía invertir en el estable monopolio de
la telefonía fija. Hoy, el analista mira a Telefónica como un conjunto de
negocios de influencia cambiante. Aunque el tradicional negocio de la telefonía
fija sigue siendo la fuente fundamental de ingresos del grupo (50% de los
ingresos totales en 1998), la pujanza y complejidad de la telefonía móvil y las
inversiones internacionales hacen conveniente una valoración por partes, tal y
como vimos en el sector eléctrico. Así, estas dos áreas ofrecen un mayor
potencial de crecimiento, pero también un mayor grado de riesgo (como bien
puede ilustrar la crisis brasileña de 1998), algo que debe recoger la prima de
riesgo que componga el tipo de interés al que descontaremos los flujos futuros.
Si el método de análisis escogido es una comparativa de ratios, se deberá hacer
la misma consideración. Por ejemplo, en 1999 se está estimando un ratio valor
total sobre beneficio antes de intereses, impuestos y amortización de 6 veces
para la telefonía fija y de 18 veces para la móvil.
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