La
implantación del sistema de costos de calidad nunca fue un capricho del Comité
Técnico de Calidad de la empresa, sino una acción apoyada firmemente por este,
la alta dirección y por el resto de los departamentos. Para evitar expresiones
de resistencia y que se conociera la importancia de dicha gestión,
se trató de persuadir en todo momento a los involucrados, obteniéndose de ellos
su apoyo incondicional, su protagonismo correspondiente, motivación
e intervención desde el principio en el diseño.
Esta
acción no persiguió detectar culpables, sino solucionar los problemas que se
presenten y dar las órdenes correspondientes con el objetivo de elevar la competitividad
de este taller mediante la reducción de los costos. Este apoyo incondicional
posibilitaría el éxito de la implantación.
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