Interpretando a Cashin, Neuwirth & Levy (1998), los directivos y todo
el personal de la entidad deben mostrar y mantener una actitud positiva y de
apoyo a los controles internos. La actitud es una característica de la alta
dirección de cada entidad y se refleja en todos los aspectos relativos a su
actuación. Su participación y apoyo favorece la existencia de una actitud positiva.
Esta actitud puede lograrse mediante el compromiso de la dirección por
implementar controles internos apropiados en la entidad y asignarles la debida
prioridad. Los directivos deben demostrar su apoyo a los controles internos
efectivos, destacando la importancia de una auditoría integral objetiva e
independiente, que identifica las áreas en que puede mejorarse el rendimiento
y, reaccionando favorablemente ante la información que incluye sus informes.
Los funcionarios y empleados de la entidad
deben aplicar los controles internos y adoptar medidas que promuevan su
efectividad. El respaldo de la alta dirección sobre los controles internos
repercute sobre el nivel de rendimiento y favorece la calidad de éstos
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